martes, 21 de enero de 2014

Estrategia en la batalla

Tácticas en campo abierto

Disparo parto
Los mongoles eran muy buenos ejecutando la retirada fingida, tal vez la táctica de campo abierto más difícil de lograr. Pretendiendo estar desordenados y derrotados, huían del campo de batalla, y cuando el enemigo caía en la trampa y los perseguía, regresaban y los mataban a placer. En caso de ser perseguidos eran capaces de hacer el disparo parto contra el atacante, en un preciso momento y mientras los caballos galopan, el jinete da vuelta para lanzar flechas hacia el ejército enemigo. La respuesta resultaba en un enemigo compactado para protegerse de las flechas, quedando de esta manera vulnerable a las cargas de la caballería pesada, o bien aprovechaban la retirada para correr tras los arqueros, viéndose frente a una lluvia de flechas.
Los mongoles por lo general avanzaban en un frente amplio, de cinco líneas de profundidad. Las primeras tres líneas estaban conformadas por arqueros a caballo, y las dos últimas de lanceros. Cuando localizaban una fuerza enemiga, los mongoles evitaban cualquier tipo de asalto frontal atolondrado o riesgoso, a diferencia de sus contrapartes de Europa o el Medio Oriente.
Preferían distraer al enemigo por medio de escaramuzas, mientras la fuerza principal del ejército buscaba flanquear o rodear al rival desbordandolo por una o por sus dos alas.
Grupo de Arqueros
Lo primero que hacían los mongoles era atacar por medio de sus arqueros a caballo. Estos arqueros nunca se quedaban sin municiones, pues los seguían de cerca camellos cargados con flechas. Esta maniobra inicial era realizada por sus jinetes con poca o ninguna armadura (el grueso de la tropa) armados principalmente con un arco compuesto. Estos arqueros no atacaban de manera individual contra objetivos particulares sino que en formaciones que sucesivamente avanzaban y se retiraban descargaban desde una distancia segura una lluvia de flechas sobre la formación enemiga en distintos puntos. Lo que buscaban era herir o matar al mayor número de enemigos al menos coste posible, así este vería hundirse su moral y perder la cohesión de sus unidades.
Para evitar la lluvia de flechas, los enemigos, ya "ablandados", usualmente se separaban o buscaban refugio, rompiendo sus formaciones y por lo tanto, haciéndolos más vulnerables a la carga de los lanceros armados con armaduras pesadas. Por eso cuando consideraban que el enemigo estaba lo suficientemente debilitado, los noyan daban la orden a los lanceros para que inicien su carga contra el enemigo para provocar su huida. Por otro lado, si las tropas enemigas se juntaban para resistir su carga eran mucho eran más vulnerables a las flechas de los mongoles. Si lograban rechazar la carga de los lanceros estos últimos simplemente se retirarían y los arqueros volverían a hacer caer una mortífera lluvia de flechas.
Batalla
A menudo los daños causados por las flechas eran suficientes para provocar la retirada del ejército enemigo, así que los lanceros apenas eran necesitados para ayudar a perseguir a los sobrevivientes. Los mongoles dejaban espacios para que los enemigos vieran vías de escape pero en realidad había jinetes esperándolos (los mongoles conocían que un soldado que sabía que estaba rodeado lucharía hasta la muerte por que no tenía nada que perder, pero uno que ve una posibilidad de escape intentara huir y romperá filas facilitando el trabajo a los mongoles).
Debe mencionarse que los mayores daños producidos al enemigo solían darse en las persecuciones, las que bien podían durar hasta varios cientos de kilómetros. Todo soldado del ejército debía colaborar en ellas. Por eso todos disponían de armas para el combate cuerpo a cuerpo, fuera una lanza, espada, hacha o maza.
Los mongoles no paraban de perseguir al jefe enemigo vencido y las tropas que le seguían aunque demoraran días en su cometido de atraparlos y destruirlos. De esta manera le impedían reagrupar sus fuerzas o reclutar más para reorganizar resistencia alguna.
Cuando se enfrentaban con ejércitos europeos, que ponían énfasis en la caballería pesada, los mongoles procuraban evitar el combate cuerpo a cuerpo, prefiriendo atacar a la distancia con sus arcos. En los casos excepcionales cuando la armadura de los caballeros resistía las flechas enemigas, los mongoles sencillamente mataban a sus caballos, dejando a los caballeros acorazados a pie, incapaces de recorrer largas distancias. En la Batalla de Mohi los mongoles dejaron una brecha en sus filas, tentando a los húngaros a huir a través de ella. Al hacerlo, terminaron dispersos en campo abierto y fueron blanco fácil para los arqueros a caballo mongoles, mientras los lanceros los mataban a placer mientras huían. En la Batalla de Liegnitz, los pocos caballeros Teutónicos, Templarios y Hospitalarios que pudieron resistir a los mongoles a pie les causaron fuertes bajas, pero al final todos perecieron. Los mongoles se limitaron a aceptar sus bajas, y destruyeron a los caballeros, quienes se hallaban en inferioridad numérica.
Uso de Arco en la batalla
Cada vez que podían, los comandantes mongoles buscaban el terreno más alto, desde el cual podían tomar decisiones basándose su mejor visión del campo de batalla mientras los eventos ocurrían, y también contaban con más seguridad y facilidad para defenderse. Es más, al estar en terreno elevado, era más fácil para sus fuerzas obedecer las órdenes dadas a través de banderas que si estuvieran en terreno llano. A diferencia de los ejércitos europeos, que daban mucha importancia al valor personal y así exponían a sus líderes a morir a manos de cualquiera lo suficientemente resoluto a matarlos, los mongoles protegían a sus líderes. Un general como Subotai, incapaz de montar a caballo durante sus últimos años, debido a su edad y su obesidad, podía haber sido ridiculizado por cualquier ejército europeo de la época; no hubiera sido ni respetado ni obedecido. Pero los mongoles reconocían y respetaban su genio militar a pesar de sus defectos, y lo transportaban con orgullo en una carreta.

Tácticas de asedio

Los mongoles eran expertos realizando asedios, a menudo cambiando el curso de los ríos e impidiendo el abastecimiento de comida a las ciudades. También enviaban refugiados a las ciudades que aún no habían conquistado, para consumir sus recursos.
Catapultas y máquinas: La tecnología era una de las facetas importantes del estilo de hacer la guerra de los mongoles. Así, Gengis Kan usó muchas veces armas de asedio. Éstas eran desmanteladas y transportadas en caballos para ser reconstruidas en el sitio de la batalla. Los ingenieros que construían las máquinas de asedio eran reclutados entre sus cautivos, la mayoría de ellos de China y Persia. Cuando masacraban a una población entera, casi siempre perdonaban a los ingenieros y técnicos, rápidamente sumándolos a sus ejércitos.
Muchas veces tras las batallas en campo abierto los restos del ejército enemigo huían a sus ciudades, otras veces sus enemigos preferían refugiarse en sus ciudades al conocer de la capacidad militar de los mongoles en campo abierto. Estas razones fueron las que convirtieron a los mongoles en maestros de la guerra de asedios.
Los Kharash: Un componente esencial de las tácticas mongolas era el uso de los Kharash, es decir, aquellos residentes locales que eran utilizados como escudos humanos por los mongoles durante los asedios.

Logística

El sistema mongol de logística se destacaba por ser móvil y práctico. La mayoría de unidades eran autosuficientes a corto plazo. Los mongoles, por ser nómadas, dependían mucho del suelo, razón por la cual asaltaban y robaban a los civiles y ciudades en su camino. Cada jinete mongol contaba con tres o cuatro caballos, para no cansarlos, y en su mayoría eran yeguas, de modo que podían subsistir a base de su leche cuando surgía la necesidad. En casos de extrema necesidad, el guerrero mongol era capaz de beber cierta cantidad de sangre de sus caballos.
Cuando tenían que transportar equipo pesado, utilizaban carretas y vagones, muy bien organizados. Cuando tenían que comunicarse, contaban con una especie de sistema postal montado (salvando las diferencias, la idea es parecida a la de los chasquis incas). En el campo de batalla, se comunicaban por medio de banderas. El principal factor logístico que limitaba su avance era tener que encontrar suficiente agua y alimentos para sus animales. En todas las campañas, los soldados llevaban a sus familias consigo.

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